“Los crímenes de la Industria farmacéutica”: El caso de la Lyrica y el Neurontin, asesinos de neuronas

Elijo este título “Los crímenes de la industria farmacéutica” y lo reproduzco en mi artículo en honor a Teresa Forcadas, monja feminista y comprometida a quien admiro. Este es el título de su tesis doctoral. He de reconocer que cuando lo leí, me pareció un poco exagerado, sin embargo, Teresa lo defendió tan bien en su tesis que al final quedé convencida.

Una de las estrategias que utiliza la industria farmacéutica para conseguir ventas millonarias es la publicidad engañosa. Hacen publicidad de sus fármacos para condiciones y enfermedades para las que no han recibido aprobación por la FDA o la Agencia Europea del Medicamento. De hecho,  en el 2009 Pfizer fue multado con una cifra record,  fue sancionado con 2.300 millones de dólares (1.613 millones de euros) por las prácticas ilícitas en la comercialización de varios de sus medicamentos. Dos de los fármacos con marketing ilegal son la Lyrica y el Neurontin (Gabapentina y Pregabalina). Aunque en 2007 la FDA aprobó el fármaco para su uso en fibromialgia (en contra del consejo del técnico encargado del estudio), la misma empresa Pfizer reconoció las prácticas de marketing ilegal en los años anteriores. Desde entonces la Lyrica ha aumentando sus prescripciones de forma exponencial hasta convertirse en un superventas… un superventas muy peligroso.

Ya a partir del 2009 muchas voces se empezaron a alzar para denunciar la elevada toxicidad del Neurontin y la Lyrica, especialmente sobre el tejido cerebral. Estos fármacos, inicialmente diseñados para el tratamiento de la epilepsia y el dolor neuropático (dolor originado en los nervios), suprimen los síntomas, pero a costa de un gran daño cerebral. A la escasa efectividad del fármaco se añaden efectos secundarios  devastadores para la calidad de vida, entre los que se incluyen: visión borrosa, aumento de lesiones por caídas, agravamiento de la insuficiencia cardíaca crónica, arritmias, disfunción sexual, ideación suicida y suicidio, apnea del sueño y disminución de la capacidad respiratoria, empeoramiento de enfermedades autoinmunes, incontinencia urinaria, aumento del riesgo de infecciones, etc.

Sin embargo, lo que también ha sido demostrado y constituye el peor efecto secundario de la gabapentina es lo que se ha dado en llamar una “lobotomía química”,  ya que impide la formación de nuevas sinapsis entre las neuronas. Aunque el laboratorio se defiende diciendo que el cerebro adulto no forma ya muchas conexiones nuevas, la realidad es que un cerebro sano necesita continuamente crear nuevas conexiones entre neuronas, puesto que es lo que constituye la base del aprendizaje, por eso los titulares de muchos artículos hablan de la Lyrica y el Neurontin como una sentencia de muerte para las sinapsis cerebrales.

De hecho, un estudio*(1) ha demostrado cómo el cerebro de los pacientes de FM estaba reducido de tamaño tan solo unos días después de tomar el fármaco. Otro efecto secundario importante comprobado todavía más recientemente es el daño muscular. Tan solo 20 días después de empezar a tomar estos fármacos se comienza a producir inflamación y atrofia de células musculares, lo que lleva un efecto devastador para el músculo a largo plazo.

A pesar de no disponer de esta información, hace mucho tiempo que aconsejo a mis pacientes: “deja de tomar esa m….”, solo por la cantidad de personas que me han comentado en la consulta lo miserables que se sienten tomando ese fármaco.

En la actualidad, a medida que la investigación sobre el dolor nos ayuda a comprender mejor este fenómeno y se sabe más sobre su tratamiento, se propone un acercamiento completamente diferente, un enfoque multidisciplinar y desde luego con una perspectiva biopsicosocial. Si eres una de estas personas que viven con dolor, no dudes en ponerte en contacto con nosotras o con cualquier profesional con una visión mas holística de la salud… y de la vida.

Dra. María José Hernández Ortiz


*(1)Neurontin and Lyrica adverse effect: braindamage, muscleinjury and more. Linda Dobbersteinhttps://www.sott.net/article/349741-Neurontin-and-Lyrica-adverse-effects-Brain-damage-muscle-injury-and-more

BoletinNOGracias: Lyrica: un superventas peligroso. Información para el consumidor. http://www.nogracias.eu/2015/06/26/lyrica-un-superventas-peligroso-informacion-para-consumidores/

Multa record a Pfizer por malas prácticas comerciales https://elpais.com/diario/2009/09/03/economia/1251928806_850215.html


Imagen: The Suicide – Photo by: Arallyn! – Source: Flickr Creative Commons


¿Qué hacemos con nuestro oncocuerpo?

Recuerdo que lo que más me impactó del libro Mi cuerpo también (1) de la extraordinariamente inteligente Raquel Taranilla fue el término acuñado por ella como “oncocuerpo” para describir: “la carne lechosa, la silueta enjuta y arrasada, la cabeza calva, (que) constituyen los elementos salientes y definitorios del oncocuerpo, término con el que etiqueto aquellos cuerpos que han sido diagnosticados de cáncer y reciben tratamiento clínico para combatirlo”.(2)

Sin duda, literariamente el concepto de oncocuerpo como cuerpo con cáncer es adecuado. Sin embargo, para mi evocó otra realidad, por lo que me voy a permitir utilizar el término de Raquel en otro sentido, el del cuerpo oncológicoel cuerpo que todas y todos tenemos y que es capaz de desarrollar un cáncer,  y que sin embargo, a veces se expresa en forma de cáncer y a veces no.

Nuestro oncocuerpo está constituido por todos esos genes susceptibles de desarrollar cáncer que tod@s portamos.  De hecho, nuestro oncocuerpo está constituido de proto-oncogenes, es decir, genes que una vez activados van a dar lugar a un oncogen, que es un gen anormal o activado que procede de la mutación de un gen normal y que va a dar lugar al desarrollo incontrolado de células malignas. Cada vez conocemos mas de estos oncogenes que reciben nombres tan crípticos como: C-src, erb-Bfos, ki, raf, myc, H-ras, K-ras etc. Nuestro código genético está constituido por veinte o veinticinco mil genes que se regulan mutuamente. (Una muestra entre otras de la prepotencia de la ciencia es que a la parte de los genes de los que no tenemos ni idea de para qué sirven lo llaman ADN basura… ¿suena parecido  a cuando decían que las amígdalas o el apéndice no servían para nada?)

Empezamos a conocer muy bien cuáles son las causas de que aparezcan estas mutaciones, por ejemplo, hace tiempo que se conoce el poder oncológico de algunos virus llamados por ello oncogénicos, de las radiaciones ionizantes (el exceso de radiografías, por ejemplo), de agentes químicos carcinógenos, del tabaco, del alcohol, hidrocarburos aromáticos, anticonceptivos orales, el mismo sol… etc.

A la luz de este conocimiento, lo que debemos plantearnos como individuos es qué podemos hacer para evitar que nuestros proto-oncogenes se conviertan en oncogenes y comiencen a proliferar de forma indiscriminada.  Aunque como dice Raquel “entre la responsabilidad y la culpabilidad hay un camino muy corto" (3),  la realidad es que ser conscientes de la capacidad de nuestro cuerpo de convertirse en oncológico hace que podamos responsabilizarnos de él con más eficacia, tomando decisiones más adecuadas. Desde luego no se trata de tomar medidas agresivas como bien describe Raquel en el siguiente párrafo: “ Salí de la consulta imaginando un mundo hiper obsesionado con la salud y temeroso del cáncer en el que los ciudadanos se someten a Resonancias de rutina, en el que las mujeres se extirpan los pechos para evitar el cáncer de mama, en el que se analiza incluso la carga genética de los embriones… pero nada parece suficiente en la lucha contra la enfermedad. En este mundo de gastos médicos desmesurados y mujeres sin pechos, el descenso de casos de cáncer… no es apenas significativo" (4).

Realmente no creo que haya que estar hiper obsesionad@ y mucho menos que haya que mutilarse para reducir las posibilidades. Sin embargo, sí hay que tomar otras medidas más sencilla y que en el fondo sabemos: no fumar, tomar el sol con consciencia, potenciar nuestro sistema inmune para hacerlo más resistente a las infecciones, evitar tóxicos en la alimentación y en el ambiente etc. etc. Pero, además de este conocimiento, necesitamos del activismo político en el sentido de exigir a nuestr@s dirigentes las medidas adecuadas para limpiar nuestro ambiente de tóxicos, prohibir el uso de sustancias cancerígenas en nuestras vidas en los champús, geles, productos de belleza, alimentos, aire, agua y hasta en los chupetes y mordedores de nuestr@s bebés. Necesitamos comenzar a organizarnos para exigir a nuestros gobiernos que las políticas que apliquen sean para defender nuestra salud en lugar de primar la economía y el dinero.  Así que menos lacitos rosas y más exigir que se aplique el conocimiento y la extensa investigación que ya poseemos sobre cómo y por qué se desarrolla el cáncer. De esta manera podremos hacernos cargo de nuestro oncocuerpo con más eficacia y así, tal vez, comenzarán a declinar las pavorosas cifras de cáncer.



(1)TARANILLA, Raquel: Mi cuerpo también. Ed. Los libros del lince, 2015
Todas las citas pertenecen a este libro.
(2) Pág. 43
(3)  Pág. 28
(4) Pág. 186.

LA MEDICINA NECESITA SENTIRSE DERROTADA

https://www.diagonalperiodico.net/cuerpo/23965-la-medicina-necesita-sentirse-derrotada.html


Con este polémico título, Richard Smith, antiguo editor del British Medical Journal (una de las más prestigiosas revistas de medicina del mundo), escribía en 2010 un artículo sobre el estado de la medicina actual. Smith sostenía que ser derrotado es algo muy positivo porque puede llevar a la renovación, cosa que nunca suele ocurrir con la victoria. Y ponía como ejemplo un partido político que es derrotado en las urnas y tiene que repensarse en un proceso que a menudo es difícil, doloroso y prolongado, pero creativo al fin y al cabo.

La medicina, sin embargo, nunca ha sido derrotada y por eso no tiene estímulo para replantearse las bases que la fundamentan. Y no es que no tenga motivos para sentirse derrotada, sino que una inmensa prepotencia y muchos intereses creados la hacen ciega a la realidad. Y la realidad es que, según las estadísticas de la OMS, la salud global de la población no parece haber mejorado significativamente durante el último siglo, a pesar del brutal aumento en los costos de salud, de los increíbles avances en las técnicas diagnósticas y los procedimientos quirúrgicos. Lejos de esto, Ivan Illich, uno de los mayores críticos a nuestro sistema médico que ha dado la historia, ya preveía en 1973 que precisamente la medicina se convertiría en una de las mayores amenazas para la salud. Hoy en día es un hecho constatable: en el mundo civilizado, la llamada “medicina tradicional” es la cuarta causa de muerte, tal como fue reconocido por el Instituto Nacional de Salud Norteamericano hace no muchos años, dato que se repite en los países en los que hay estadísticas realizadas.

Una medicina que no satisface
Actualmente, somos testigos de una falta de satisfacción generalizada con la ciencia médica. El origen de esta insatisfacción, según plantea el físico y filósofo de la ciencia Fritjof Capra, está relacionado con el marco conceptual en el que se apoya la práctica médica: el modelo biomédico, firmemente arraigado en el modelo cartesiano, caracterizado, entre otras cosas, por la parcelación del cuerpo y la persecución del síntoma. En lugar de preguntarse por qué ocurre una enfermedad y evitar las condiciones que conducen a ella, la ciencia médica (y como consecuencia los practicantes, salvo honrosas excepciones) se limita a interferir en el proceso por el que opera la enfermedad, generalmente por medio de fármacos que únicamente consiguen cronificar los procesos. Y así llegamos al origen obvio de la insatisfacción: una desproporción marcada entre el coste y la efectividad de la medicina moderna, cuyo descontento entre pacientes y practicantes es mucho más medible en los países en los que el dinero sale directamente del bolsillo del enfermo.

En un artículo recientemente publicado en la Revista de la Clínica Mayo se apunta que aproximadamente el 50% de los procedimientos establecidos en la práctica médica occidental en la actualidad son peores que no hacer nada o hacer cosas más simples. Se considera, por ejemplo, que sobran aproximadamente el 30% de las intervenciones obstétricas. Y la medicalización de nuestras vidas llega incluso a técnicas de prevención que son más perjudiciales que beneficiosas, como la vacuna del virus papiloma humano o la detección de problemas de próstata por medio de la PSA.

Este momento de profunda crisis de sostenibilidad del sistema sanitario público español, como si de una gran derrota se tratara, podría ser una oportunidad idónea para eliminar “lo que no funciona” en la medicina e incorporar, a modo de injertos, lo que sí funciona de otras disciplinas, de tal manera que se pudiera aumentar la satisfacción de practicantes y usuarios, y por supuesto, mejorar y mantener el estado de salud de la población, así como asegurar la cobertura de la mayor parte de habitantes. Y esto significa saltar por encima de ese monopolio médico erigido en la posesión de la verdad y donde una excesiva medicalización, fruto en parte del poder de las farmacéuticas, impide y cierra el paso a cualquier trabajo conjunto entre distintas disciplinas.



Nuevo modelo de medicina
En conclusión, seguimos teniendo un sistema institucional de salud basado en una visión parcelada del ser humano y centrado en la enfermedad y en la persecución del síntoma. La difusión a través de los medios de comunicación de recetas farmacológicas mágicas o programas que se centran en la pormenorización de las enfermedades y sus síntomas, suman en la construcción de la desconfianza hacia nuestro organismo, a la vez que fomentan la confianza en la farmacología y en la tecnología como la solución –única- para nuestros males.

Ha llegado la hora de tener un sistema de salud fundamentado en una visión integral de la persona e integrada del ser humano en su medio, y basado en fomentar la verdadera salud del cuerpo. Es hora de que la ciencia reconozca que el cuerpo humano es en realidad una creación extraordinaria de la naturaleza, capaz de autorrepararse y mantenerse sano, y enseñar y promover la mejor manera de autocuidado de tan maravillosa máquina. La traducción de estas ideas se debería materializar en la integración del conocimiento de diferentes disciplinas en un trabajo conjunto al servicio del ser humano. Si el equilibrio es uno de las características básicas del funcionamiento de nuestro cuerpo, llevar el equilibrio a un nuevo modelo de “medicina”, podría ser un buen camino en ese proceso creativo del que hablábamos al principio. La medicina, pues, necesita sentirse derrotada.

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE SALUD

“La vida misma es una enfermedad universal, de transmisión sexual y mortal de necesidad. Es preciso disfrutarla plenamente y requiere un equilibrio razonable entre riesgos adecuados e inadecuados” Ptr Skrabanek

   Siempre he echado en falta que la medicina nos aportara una definición de salud con sentido, teniendo en cuenta que, aunque se defina ciencia de la salud, la medicina es solo una ciencia de la enfermedad, y a esta sí que la tiene bien definida, clasificada, subclasificada y (a veces, mal-)tratada.

   También echo de menos, mucho más debate ciudadano sobre lo que significa estar sano o enfermo, sobre lo que es la salud y la enfermedad, sobre lo que nos enferma y nos sana o sobre la relación entre la salud y la calidad de vida.

   Algunas definiciones como la del diccionario: “salud como estado en que un ser u organismo vivo no tiene ninguna lesión ni padece ninguna enfermedad y ejerce con normalidad todas sus funciones” simplemente ni nos resuena ni nos aporta nada. Por su parte la tan denostada definición de la OMS: “El estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad” tiene de bueno que por primera vez se trasciende lo físico y se mencionan nuevos aspectos del ser humano que nos pueden llevar a enfermar, aunque por contra esta definición haga creer, por ejemplo, que estar triste por la desaparición de un ser querido es estar enfermo, ya que no se está en completo bienestar mental y probablemente tampoco físico, y quizá explique la tendencia actual de medicalizar la tristeza.

   Me gusta mucho más la definición de Jordi Gol i Gurina: “La salud es aquella manera de vivir que es autónoma, solidaria y gozosa”, (https://ecriteriumes.wordpress.com/tag/jordi-gol/) que introduce un elemento dinámico y subjetivo, además del social. Porque ¿cómo encerrar en un concepto estático algo que está en continua fluctuación, en continuo cambio, al igual que nuestro organismo; algo que no es igual ayer que hoy o mañana; algo que depende de tantos factores, incluido el factor azar sobre el que nuestra buena voluntad no tiene ningún poder (un accidente grave, por ejemplo), como si de una lotería ganada sin apostar se tratase e incluso una lotería que no se gana ni siquiera comprando todas las papeletas (el fumador compulsivo que muere a los 100 años sin efectos secundarios).

   Por eso, hasta ahora, la mejor definición de salud que he encontrado es: aquella situación del cuerpo que permite la mejor posible adaptación a todas las circunstancias externas, entendiendo por cuerpo todas las dimensiones del ser humano y por circunstancias externas todas aquellas que no comprometan irremediablemente la situación de equilibrio del organismo, necesaria e imprescindible para su adaptación. La salud física sería, por ello, la capacidad de la persona de mantener el intercambio con el medio y resolver de la manera más satisfactoria las propuestas que la vida le plantea; y la salud mental representaría un rendimiento óptimo dentro de las capacidades que posee el individuo. Con esta perspectiva no se trata de no sufrir un resfriado, sino de salir de él rápido y sin complicaciones; y sí se trata de llorar a rabiar por un ser querido que desaparece o de "darlo todo" en los buenos momentos. En consonancia con esta descripción, tiene entonces mucho sentido plantearse la existencia de factores de riesgo para enfermar y factores protectores de la salud, y entender que la gracia de la vida es encontrar un equilibrio entre los factores de riesgo y los factores protectores para que los primeros no se acumulen innecesariamente predisponiéndonos a la enfermedad, y los segundos no nos conviertan la vida en algo aburrido y sin chispa. Todo esto, además de darnos poder creativo en nuestra vida, también nos permite valorar en cada momento qué es lo que nos acerca más a la salud, y a través del propio conocimiento, entendernos y comprender cuáles son los factores de riesgo propios, teniendo en cuenta nuestras particulares y únicas condiciones personales.

   Nos encontraríamos, entonces, ante un concepto flexible de salud que se acercaría más al propósito gozoso y solidario de ser cada vez más felices y mejores personas.


Ponte manos a la salud

OTRA FORMA DE EMPODERARNOS CON NUESTRA REGLA: LA COPA MENSTRUAL
Cae en mis manos, o mejor dicho, baja desde la pantalla de mi ordenador ante mis ojos un artículo que me llega desde la red CAPS (Centro de Análisis y Programas Sanitarios, red feminista de mujeres sanitarias del Estado Español) enviado por Enriqueta Barranco, compañera sabia de la Red, mujer maravillosa y profesora de Ginecología de la Universidad de Granada. Se trata de un artículo sobre la copa menstrual publicado en el número 90 de la revista Ecologista.

Los tentáculos de la industria, según Enriqueta y la autora del artículo, Lourdes Jiménez, son largos y mueven instituciones tan claves en el mundo de la ginecología como la SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia), y no siempre en beneficio de las mujeres, como se ha demostrado con su apoyo a la fatídica vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), del que hablaremos otro día.

No se puede negar que una mujer en su período de vida menstruante es una fuente garantizada de ingresos para la industria: una media de 17 “unidades sanitarias” (compresas o tampones) por menstruación en cada mujer durante aproximadamente unos 38 años de media dejan un jugoso beneficio para la industria, aunque también un rastro de desechos enormes, sobre todo cuando se considera además que la mitad de la humanidad pasa por este período. El volumen de negocio de esta industria se aprecia cuando, por ejemplo, se ve el espacio ocupado por los productos sanitarios para mujeres en el supermercado. Por eso se entiende que esta industria se resista como gato panza arriba a la hora de permitir hablar libremente de alternativas más económicas, saludables y respetuosas con el medio ambiente, como es la copa menstrual. En este sentido, se nos desvela cómo una empresa de compresas compró hasta al mismísimo presentador del Hormiguero, que en uno de sus célebres programas, junto con sus colegas masculinos, ridiculizaba la idea de la copa menstrual mientras en los intermedios ponían anuncios de compresas de la firma.

La copa menstrual la inventó Leona W. Chalmes en 1867 -nos cuenta Lourdes Jiménez- y tuvo poco éxito de utilización hasta que en el 2000 comienza a ser fabricada con silicona y su uso se va generalizando entre mujeres jóvenes. Según un estudio realizado por estudiantes de matrona en Madrid, el uso de la copa menstrual no afecta tanto a la flora vaginal y al ph como el uso de tampones. Pero además, muestra muchas otras ventajas, como menos alergias y sequedad vaginal, menos alteraciones en la mucosa, menos olor o, al menos, un olor más natural al no estar mezclado con químicos, mayor duración y más comodidad con el ejercicio. La copa menstrual es, evidentemente, mucho más barata y, sobre todo, no hay ningún caso de síndrome tóxico, sí descrito, por otro lado, con los tampones a mediados de los 80. También apoya la mayor salubridad y seguridad de la copa menstrual frente a compresas y tampones el hecho de que se ha culpado a los fabricantes de tampones y paños higiénicos de añadirles asbesto, dioxinas y rayón, sustancias tóxicas que además de aumentar la hemorragia menstrual, son potencialmente dañinas para la salud*.

Aunque al principio puede haber cierta confusión en cuanto al tiempo de uso, o miedo a posibles fugas, pronto las mujeres se dan cuenta de lo fácil de utilizar que es, de lo confortable y de las otras enormes ventajas que depara, además de llevarse la sorpresa de que no es tanta la sangre expulsada, ni tan maloliente.

Desafortunadamente, hay foros en los que todavía se ve la menstruación como algo sucio, algo impuro de lo que no se puede hablar, muchos de ellos promovidos por los poderes económicos que han mercantilizado y se han apropiado de nuestra menstruación, y en general, de nuestra salud. Por eso, hablar de ello, acercarnos a nuestra menstruación, ver la sangre en la copa menstrual, nos empodera porque nos hace situarnos en un contacto sano con nuestro cuerpo.

*(https://ginecologianatural.wordpress.com/2009/10/30/sobre-los-quimicos-toxicos-en-los-tampones-y-toallas-higienicas/ )

MUJERES EMPODERADAS PARA HOMBRES MÁS SANOS

La influencia del patriarcado en la salud de los hombres.
Tal y como explicamos en el escrito anterior, el patriarcado, el orden social que nos regula, atribuye roles diferentes a los dos sexos, lo que provoca que los comportamientos y los riesgos asociados a ellos sean diferentes.

La interacción del patriarcado con la salud de las mujeres ha sido bien estudiada gracias a los movimientos feministas, pero no tanto la relación del patriarcado con la salud de los varones, aunque cada vez hay más grupos de “hombres buenos” (1) que comienzan a cuestionarse y a desmontar sus privilegios de género admitiendo las consecuencias ambivalentes en su vida y en su salud (2).

En la actualidad, el modelo de masculinidad dominante (entendiendo masculinidad como el conjunto de atributos, valores, funciones y conductas que se suponen esenciales al varón en una cultura determinada) está entrando en crisis. Son los propios hombres los que arrojan fuertes críticas ante su socialización tradicional.

Los varones patriarcales viven vidas más enajenadas que las mujeres (3). Sirva de ejemplo y de alegoría el hecho de que el varón que se quiera integrar y pertenecer a la élite patriarcal no tiene más remedio que sacrificar sus gustos o creatividad personales en el vestir para embutirse en el atuendo uniformante, gris y plano que es el traje con corbata (siendo ésta la única ventana permitida a la creatividad o al color en su vida). También, en este sentido, hay que destacar cómo los imperativos del patriarcado en los varones los alejan de su cuerpo y les hacen delegar el autocuidado a personas ajenas: la madre, la esposa etc.

Existe un fenómeno generalizado en todos los países y culturas: la mortalidad de los varones comparada con la de las mujeres es mayor en todos los grupos de edad; y también es evidente que los varones viven menos que las mujeres con una esperanza de vida de, al menos, 7 años menos que las mujeres, diferencia que es incluso mayor en España.

La mayor mortalidad de los hombres está relacionada sobre todo con patologías concretas como el cáncer de pulmón, la enfermedad coronaria, enfermedades de transmisión sexual, accidentes, cirrosis alcohólica y otras adicciones, todas ellas tienen factores de riesgo íntimamente relacionados con el estilo de vida. Por lo tanto, se puede afirmar que la diferencia de mortalidad de los varones puede ser explicada por la diferencia de comportamiento entre hombres y mujeres.

Ya en el 2005, D. Stanistreet y colaboradores (4), se preguntaban en su publicación de la revista de epidemiología científica Journal of Epidemiology and Community Health, si el patriarcado podría ser la causa de mayor mortalidad entre los varones comparado con las mujeres. Para demostrar esta premisa los autores estudiaron la mortalidad masculina por cualquier causa en los años 1994 y 1995 en 51 países según datos de la OMS. En estos países, el grado de instauración o penetración del patriarcado se valoró con determinados marcadores como son: el porcentaje de mujeres con empleos bien remunerados, la proporción de mujeres en posiciones de poder o la división en el trabajo del hogar y la tasa de muertes por violencia de género en ese país. La conclusión fue muy reveladora ya que, efectivamente, cuanto mayor era la instauración del machismo patriarcal, mayor era la brecha de supervivencia entre los dos sexos. Los resultados resaltaron que existe una asociación significativa entre la muerte violenta de mujeres y la muerte precoz de los varones. De hecho, en las sociedades más patriarcales, la probabilidad de morir precozmente para los hombres resultó ser un 31% más alta que en las sociedades donde las mujeres y los hombres tienen los mismos derechos. Es decir, cuantas más mujeres mueren de forma violenta en un país, mayor es el número de hombres que mueren por diferentes causas cada año. Los autores sugieren que el patriarcado y la forma de socializar a los hombres por sí mismo puede ser malo para su salud y ser responsable de su mayor mortalidad en las sociedades más patriarcales, o en otras palabras “la opresión y la explotación daña al opresor tanto como al oprimido”.

Ya como anécdota, según este estudio, Rusia, los países del Este y Colombia estarían entre los lugares con mayor impregnación patriarcal. España, en comparación, a pesar de que el número de muertas por violencia de género nos parezca aterrador, no es uno de los países más machistas, como tampoco Reino Unido ni USA.

Los valores que constituyen el ser varón en occidente conducen a una actitud paternalista que implica relaciones de sumisión y que deriva en la incapacidad de establecer vínculos adultos, solidarios y fraternales (2). Son valores íntimamente relacionados con la cosificación del cuerpo de las mujeres, el uso de la prostitución, una sexualidad convertida en campo de batalla de poder relacionada con la problemática del abuso, del hostigamiento sexual y la violación o la tradicional falta de participación masculina en la anticoncepción (5). Además, la masculinidad así entendida empuja a la agresividad, la competitividad, la supresión de emociones, “el ser un duro”, el triunfar, ser más fuerte, autosuficiente y omnipotente… que lleva a tener conductas temerarias, y unido al uso de alcohol nos explica directamente la llamada “triada de la violencia" (2), que hacen del ser varón un factor de riesgo hacia mujeres, niños y niñas, hacia otros hombres y hacia sí mismos (5).Como ejemplo, valgan las muertes por violencia de género que también afectan a hijos e hijas, o las muertes por accidente de coche en varones, que constituyen la primera causa de muerte entre menores de 24 años y la segunda en mayores de 25.

Pero las cosas están cambiando, sin duda. El modelo de masculinidad dominante está entrando en crisis y los hombres son cada vez más conscientes del desfase entre su modelo de masculinidad tradicional con los modelos femeninos emergentes, y de las consecuencias de su propia socialización de género en la mayor mortalidad masculina. Cada vez hay más grupos que entienden que hay que educar a los varones en roles diferentes y fomentar otros valores como el autocuidado, la prudencia, la tolerancia, el respeto a las normas y a la vida de los demás, vivir más sano o no adoptar conductas de riesgo. Una sociedad más igualitaria implicaría también una sociedad en la que los hombres serían más longevos, por eso queremos….mujeres empoderadas para unos hombres más sanos.

Bibliografia
  1. Grupo de Hombres de Granada por la Igualdad de Género grupodehombresgranada.es
  2. Los hombres, el feminismo y las experiencias contradictorias del poder entre los hombres. www.michaelkaufman.com/.../los-hombres-el-feminismo-y-las-experienc...de M Kaufman 
  3. Sanar la civilización. Claudio Naranjo 
  4. Is patriarchy the source of men’s higher mortality? D Stanistreet, C Bambra, A Scott-Samuel. J Epidemiol Community Health 2005;59:873–876. 
  5. El varón como factor de riesgo: Masculinidad, salud mental y saludreproductiva. Benno de Keijzer. https://scholar.google.es/citations?view_op=view_citation&hl=es&user=zu4ro8gAAAAJ&citation_for_view=zu4ro8gAAAAJ:u-x6o8ySG0sC 

EL PATRIARCADO COMO SUSTRATO DEL ENFERMAR (1)

“Las noticias diarias confirman que el patriarcado y la misoginia persisten en la sociedad contemporánea. Desde los talibanes en Afganistan a la represión de las mujeres en el Japón, desde los fanáticos “provida” a la incineración de viudas en la India*, abundan las evidencias de esa aborrecible rivalidad. En amplias zonas de África y del mundo islámico todavía se practica la mutilación genital. La prostitución forzada abunda (…) y la esclavitud sexual constituye un terrible aspecto de la vida desde Tailandia a Arabia Saudita (…)” Leonard Shlain. El alfabeto contra la diosa, 2001

Hay ya muchos estudios que señalan que, de manera diferente, el patriarcado tiene efectos perniciosos para la salud tanto de mujeres como de hombres. Pero antes de adentrarnos en el mecanismo por el que el patriarcado pone nuestra salud en riesgo e incluso nos hace enfermar no solo a las personas, sino también a la civilización que construimos, comencemos primero por definir el patriarcado.

En sentido literal patriarcado significa gobierno de los padres (1). Según la Wikipedia el término patriarcado procede de ciencias sociales como la antropología y la sociología y describe la situación de distribución desigual del poder entre hombres y mujeres, en donde el varón es dueño del patrimonio, el que aporta el apellido a la familia, tiene autonomía personal en las relaciones sociales y participa en el espacio público. Existe, además, una consideración social diferente de las distintas ocupaciones de los dos sexos determinada por la división sexual del trabajo, siendo la parte que corresponde tradicionalmente a las mujeres infravalorada y no pagada o como dice Silvia Federici (2): “Lo llaman amor, pero en realidad es trabajo no remunerado”.

La familia es, claro está, una de las instituciones sustentadoras de este orden social, tanto a través del matrimonio heterosexual - destino obligado hasta no hace demasiado tiempo para todas las mujeres- como la restricción de la sexualidad o la potenciación de un concepto de amor romántico opresivo.

El control sobre el cuerpo de las mujeres es ejercido no solo en la familia, sino socialmente, a través de instituciones como el Estado y la Iglesia Católica. Algunos representantes de la Iglesia Católica, una de las instituciones patriarcales por excelencia, se enfurecen cuando se habla de patriarcado, de la misma manera que los magos se enfadan cuando alguien desvela sus trucos, aunque su furia no haga mas que confirmar su existencia. Medidas que pretenden la anulación del poder de decisión de las mujeres en cuestiones como la del aborto, son un claro ejemplo del control patriarcal institucionalizado.

En los años 60, los estudios feministas comenzaron a buscar las claves para explicar el origen de la situación de opresión y dominación de las mujeres así como las herramientas que posibilitaran su liberación. Y así se comenzó a postular que hechos tan aparentemente intrascendentes como la moda están contaminados por el dominio patriarcal. Como destaca Casilda Rodrigañez (3): "las modas que han ido acompañando al modelo femenino de mujer patriarcal siempre han tenido por objeto paralizar a la mujer y relegarlas al ámbito familiar: pies rotos de las mujeres chinas, anillos de las mujeres jirafa, corsés, fajas, tacones de aguja, faldas estrechas de las mujeres occidentales…"

El patriarcado es, pues, la estructura social en la cual funcionamos la mayoría de las culturas en la civilización actual. Es el conjunto de valores que perviven desde hace 6000 años, que sustenta nuestra forma de funcionar y que determinan como nos relacionamos entre nosotr@s y con nuestro entorno. Su equivalencia sería como el agua para los peces, aunque no se vea, lo rellena todo, lo cubre todo, lo determina todo. Por eso mas allá de la relación con la opresión de las mujeres por el sistema, e íntimamente ligado a ello, según Claudio Naranjo (4), ". Por eso a partir de esta premisa, coincidimos con este autor: o nos replanteamos estas relaciones o las consecuencias serán probablemente irreversibles ya que nos enfrentamos a una seria amenaza a la supervivencia del planeta.

Son características del patriarcado, que no es solamente una sociedad patriarcal, sino una mente patriarcal:
  • Individualismo frente al grupo social. La dominación-tiranía personal/individual enfrentada a la dominación grupal.
  • Predominio de la competición frente a la cooperación. 
  • El envilecimiento de lo erótico frente al amor 
  • Elitismo y jerarquización - Violencia y antagonismo 
  •  Desmesura y grandiosidad 
  • Simbologías de prestigio y de poder 
  • Insensibilidad 
  • Independencia 
  • Hegemonía del intelecto frente al cerebro instintivo y al emocional

Es a través del análisis en profundidad de todos estos patrones y tendencias que podemos llegar a intuir las claves del enfermar de ellas, sometidas y carentes de poder; y de ellos, aislados, insensibles y necesitados de demostrar el poder. Y quizá a través de ello encontrar el diálogo y el equilibrio necesario para sanar nuestra civilización y con ello a nuestro medio y a las personas.

* Práctica abolida legalmente en la India

BIBLIOGRAFIA
  1. Marta Fontenla ¿Qué es el patriarcado? http://www.mujeresenred.net/spip.php?article1396 
  2. Silvia Federici . El patriarcado del salario https://comunitariapress.wordpress.com/2015/04/21/el-patriarcado-del-salario-lo-que-llaman-amor-nosotras-lo-llamamos-trabajo-no-pagado/ 
  3. Asalto al Hades. Casilda Rodrigañez http://viejotopo.org/Biblioteca%20Virtual/Rodriga%F1ez,%20Casilda%20-%20El%20asalto%20al%20Hades.pdf 
  4. Sanar la civilización. Claudio Naranjo. Ediciones La llave 2011